Retrato de un artista de Hockney |
Nos echaron del bar, MarÃa tenÃa que descansar, solo quedábamos nosotros tres y ya ella no soportaba a LuÃs. Caminando la acera, borrachos pero callados, le dije a El Terror "Es un lindo sueño uno creer que tá algo más que solo", yo acababa de romper con Equis, estaba triste y la noche no habÃa servido más que para salvarme la vida otro dÃa. Luis me miró como un padre cansado y me respondió "El truco de los lentes de Balaguer es que se los pone a los otros, no son pa él".
Pienso mucho en ese dÃa, en que no me atrevà a decir más nada esa noche, la Zona Colonial llegada cierta hora es pura "saudade" como decÃa Marquinho. Pienso en la cara de aburrimiento que tenÃa MarÃa esa noche, -ni quiero saber qué tan cansino llegaba a ser Luis para ella-. Pienso en LuÃs, que estaba como una mecedora del jumo, pero callado y casi tranquilo. Muy raro todo. No sé, lo mÃo eran palabras de borracho melancólico y arrogante, tan ocioso que pasaba los dÃas leyendo, tomando y creyéndome pensador, pero sé que Luis me querÃa, -supongo que serÃa solidaridad entre javaos cibaeños locos-, por eso sé que me tenÃa guardado lo que me dijo y por eso creo que no lo olvido, no suelo recibir regalos, de LuÃs no esperaba uno y menos con tanta verdad.
Para mÃ, lo que me decÃa El Terror es como lo que me decÃa mamá: "El café solo es amargo para quién espera la azúcar."
Han pasado ya quizá 14 años, pero solo necesité estos tres meses de encierro para entenderlo: el truco de la soledad es mirarla de frente el tiempo suficiente no solo para aceptarla, sino hasta que se consigue amar. Porque ser libre es justamente no necesitar más que a tu propia soledad.